lunes, 10 de septiembre de 2012

Reseña de exposición: «Roma e dintorni: cuaderno de un viaje», de Saúl Meral.



—reseña sobre la exposición de dibujos—
—Roma e dintorni: cuaderno de un viaje—
—Saul Meral—

JOSÉ FRANCISCO GARCÍA SÁNCHEZ. Saúl es un hombre del Sur: generoso y desprendido. De carácter sereno y pacífico: se encoje de hombros ante lo más grande. Camina despacio, pero avanza muy rápido; su creatividad la desarrolla bien sea en el campo de la Arquitectura, el paisajismo, la pintura abstracta o los dibujos del cuaderno de viajes que ahora nos presenta. De mirada afilada y aspecto robusto, sin embargo su centro de gravedad se ha desplazado a su mediana, que le suaviza el aspecto y le convierte en un hombre entrañable y cercano. Y, como es natural, no persigue al tiempo: lo controla y lo moldea en sus espesas manos. A veces lo olvida completamente. Y cuando dibuja, lo inmortaliza en el papel. Saúl es un hombre de actos sencillos: ha sabido reconciliar, de una forma natural, el placer y la austeridad. De ascendencia cordobesa y crianza granadina, estaba genéticamente predispuesto a ello.

El arquitecto, de algún modo, se asemeja a esos dioses bi-frontes —como Jano, el mitológico Dios romano—: uno de cuyos rostros aprendía del pasado, y el otro rostro, de frente, encaraba el porvenir. Ahí residen la ventaja y el riesgo: la ventaja de conocer los precedentes y el riesgo de proponer algo nuevo. No todo ha de ser improvisado. Nadie puede avanzar, sino recordando. Saúl lo sabe, y ha cartografiado ese mismo paisaje de Roma que le acogió durante unos meses en un Cuaderno de viaje imprescindible.

Dibujar es una manera de atrapar un lugar —su luz, su energía, su memoria, sus costumbres— y, de algún modo, hacerlo nuestro. El dibujo es también la proyección de nosotros mismos sobre una realidad; una manera de contar y descubrir su historia. Este bloc de dibujos, es un viaje exploratorio hacia ese paisaje en continuo proceso. No pretende ser una aproximación definitiva a Roma, ni desde luego es la única, pero ahí reside el interés de su acción: colocar su carta sobre el mazo previo que otros tantos antes ya conformaron. Una más. La suya.
Todo es distinto bajo una luz distinta. Cuando se visita Roma, no hay que llevar luz propia. Hay que dejar que la suya nos invada. Que nos envuelva y nos perdone. Así hizo Saúl, sin un orden metódico ni aferrándose a un periodo de la historia, ha delineado un itinerario personal, que pone en contacto la identidad y la memoria de Roma, descubriéndonos algo más que la impronta de su imagen: desde su arquitectura contemporánea a sus paisajes en ruinas; desde arquitectura representativa, a modestas construcciones. Todo ello, con la ayuda de un GPS —y con algunas instrucciones de algún colega desde Esapaña—. Ha hecho de la contingencia en el viaje, un aliado a su favor.

El trabajo que aquí se expone, pretende ser el cuaderno de un viajero generoso que camina por el mundo con la mirada ingenua del que se acerca por primera vez; y con la ambición de quien quiere poseerlo. Vivirlo y contarlo. Con los ojos bien abiertos, inmortaliza en su cuaderno las mejores ideas de los mejores arquitectos. Se comporta como un cazador de atmósferas. Decía Meryl Streep que su trabajo como actriz era «recopilar experiencias y devolverlas al mundo»; el trabajo que nos presenta Saúl, y que nos regala a través de esta exposición, nos devuelve toda su experiencia, sus paseos y su tiempo. Nos acerca lo lejano. No recuerda lo vivido. Y, en efecto, nos trae esa luz de Roma a Granada.

La exposición se inaugura el Jueves, 13 de Septiembre en el Colegio Oficial de Arquitectos de Granada (Plaza de San Agustín, 1).

JOSÉ FRANCISCO GARCÍA SÁNCHEZ, arquitecto